Supongo que estar tanto tiempo en casa hace que mi paladar reclame cada vez más dulce, y una de mis adicciones secretas (bueno, no tan secreta) son las tartas, desde la tradicional de chocolate de la abuela hasta la más sofisticada. Precisamente por esa adicción pienso que la tarta nupcial (y candy bar) hace tiempo que ha pasado a un segundo plano para dar lugar a espectaculares buffets de dulces para compartir experiencia.
Queremos que cada invitado se identifique con un sabor, y para ello proponemos un juego, visitar una pastelería donde los invitados se conviertan en clientes, viviendo una divertida experiencia mientras desistan los sabores de Petite Gala.
Un juego de texturas y contrastes para compartir, sabores irresistibles que abren el baile. Desde la clásica Lemon Pie con merengue, pasando por una deliciosa red velvet (mi favorita), bizcochos de naranja con cobertura de mascarpone, un bundt cake de chocolate con café cubierto de ganache de choco o minis marbles bund cakes capaces de trasladarte a cualquier pastelería de París.
Que mejor sitio que una pastelería para poner al lado de la zona de los niños, recreando la boda en espacio mini para que los más pequeños se sientan parte importante de ella, y también disfruten de la fiesta.
……………………………………………………
Organización & Diseño: Saray Ceca | Repostería: Petite Gala | Espacio: Finca Aalcachucho | Fotografía: Quique Magás | Mobiliario: Memorias del Ayer | Textil: Los Telares de Carmen | Aguas de Violetas & Limonada: Catering Cardamomo